Vive soñando el nuevo sol.
T cumplía los 12; y a lo ancho del día le daban regalos. El que mas recordaba, hasta entonces, fue el de su abuela: un libro - Don Quijote de la Mancha de un tal Cervantes -. Leyóse otros cuantos, pero nunca uno tan largo. Ahí empezó todo...
Cuando leyó “Don quijote de la Mancha” de Cervantes se comportaba como un hombre que creía ser lo que leía.
Por ende:
Cuando leyó “Las aventuras de Sherlock Holmes” de Arthur Conan Doyle se comportaba como un detective.
Cuando leyó “Peter Pan” de Barrie se comportaba como un niño volador.
Cuando leyó “El príncipe” de Maquiavelo se comportaba como un príncipe.
Cuando leyó “El señor de los anillos” de Tolkien se comportaba como un elfo.
Cuando leyó “Así habló Zarathustra” de Nietzche se comportaba como un profeta.
Cuando leyó “La metamorfosis” de Kafka se comportaba como un insecto gigante.
Cuando leyó “Republica” de Platón se comportaba como un filósofo.
Cuando leyó “Historias de cronopios y famas” de Cortázar se comportaba como un cronopio.
Cuando leyó “El Aleph” de Borges se comportaba como un borges viéndolo todo.
Y así fue pasando su juventud, su vida. Un libro y una mentira.
Es una pena que la abuela no le haya regalado “La biografía de T” de Quiénsabequien. De éste modo, a lo mejor, T se hubiera comportado tal cual era.