Triste navidad.
Y ahí vamos otra vez con el tío borracho que avergüenza a todos, las aburridas anécdotas de los padres en su juventud, el anana fizz, el frutilla fizz, el durazno fizz y la reputisimamadre fizz, los calzoncillos que regala la abuela y su teoría de que nunca están de mas, los aplausos de que recién el tercer globo aerostatito pudo elevarse, el durísimo turrón, los horribles arroyaditos, el brindis ateo, los pelotudos con gorrito por la calle, el escape después del brindis para emborracharse con los amigos, las riñas de madrugada y la resaca del almuerzo nuevamente en familia.
Dejemos de festejar y empecemos a llorar. Porque matamos a un hombre había nacido para salvarnos.
Aclaración: Mi madre nunca comprendió el dolor que me causó cuando me dijo que Papá Noel no existe.
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