jueves, diciembre 14, 2006

Santas macarenas.

Tan densa ésta agua evaporada y malvada. Que las ropas y los cuerpos corren a la ducha, porque no soportan tal cualidad salada.
Estrategia de ésta, ya destinada, lucha.
Tengo que arroja una piedra al abismo, errarle a la pesada estrella, encontrarme a mi mismo, y beber, hasta el fondo, lo de la botella:
El verano quiere matarme, sí. Y de negro tendré que vestir mi turbante. Porque si los días siguen así, no creo que los aguante.